No hace mucho DC Comics, la casa editora de Superman, Batman y La Mujer Maravilla
-emblemáticos superhéroes de esa empresa que hoy es subsidiaria del conglomerado AOL
Time Warner-, cumplió 75 años de vida.
Para celebrar la efeméride, Paul Levitz, gurú de la industria del cómic, preparó un exhaustivo
volumen de colección: 75 Years of DC Comics: The Art of Modern Mythmaking, que empezaró a circular en septiembre bajo el prestigioso sello Taschen.
A fin de explicar la importancia de DC Comics en el contexto mexicano, emeequis conversó
con José Hernández-Riwes Cruz, licenciado en Letras Inglesas y maestro en Literatura Comparada
por la UNAM, quien además de ser un apasionado de William Shakespeare, es coleccionista
de comics y figuras de acción.
Malcolm Wheeler-Nicholson fundó en 1935 la National Allied Publications -después DC Comics- y decidió sacar a la venta material original en el primer número de New Fun, en una época en que los cómics eran el receptáculo de las historietas descartadas por los periódicos.
Wheeler-Nicholson abandonó su compañía antes de que pudiera disfrutar el éxito que ésta llegó a tener. Tampoco imaginó que con su audacia sentó las bases de lo que, años más tarde, se convertiría en una nueva mitología que de cierto modo sustituía a los dioses y héroes de la antigüedad: los superhéroes de los cómics.
Nadie mejor para contar el inicio de esa historia, y lo que siguió luego, que Paul Levitz, un neoyorkino nacido en Brooklyn en 1956, y que de ser escritor freelance se convirtió en editor de historietas tan importantes como Batman y Legión de Superhéroes, hasta ocupar el puesto de director editorial y el de vicepresidente, hasta ser finalmente el presidente de
DC Comics.
Los 35 años de carrera editorial acreditan a Levitz como conocedor de las entrañas de uno de los emporios de papel estadounidenses. Sus ensayos forman parte del más exhaustivo volumen sobre DC Comics, que reúne más de 2 mil imágenes digitalizadas -portadas e interiores, ilustraciones originales, fotografías, fotos fijas y coleccionables- en una impresión realizada con la tecnología más avanzada.
Levitz escribe minuciosas crónicas sobre la historia de la compañía y las hace acompañar por una cronología desplegable y un apéndice que incluye las biografías de los artistas, escritores, editores, editoriales y actores que lograron cautivar al mundo con sus personajes y sus respectivas aventuras. Todo en un mismo lugar, en un libro para especialistas, fans y coleccionistas.
Además de ser una de sus principales fugas de dinero -malgasto mucho ahí-, José Hernández-Riwes Cruz (Distrito Federal, 1971) considera que el cómic estadounidense ofrece un reflejo de cómo vivimos nuestra cultura y, al mismo tiempo, de cómo surge nuestra identidad a través de un elemento cultural híbrido. Como muchos otros niños de entre cinco y 10 años de edad en su generación, José empezó a leer las historietas de la DC que en los setenta eran traducidas y distribuidas por Editorial Novaro, la cual dominaba el mercado.
José recuerda que seguía sobre todo las aventuras de Superman,Batman y Linterna Verde.
Para entonces ya habían transcurrido las épocas de oro (1930-1949) y de plata (1950-1965) de la DC Comics, con personajes que se establecieron en el gusto popular y que lograron
prolongarse a lo largo del tiempo a través de segundos, terceros y hasta cuartos aires.
En la década de los setenta, Hernández-Riwes seguía sus impulsos infantiles sin tener una idea clara de lo que en realidad estaba ocurriendo con el cómic estadounidense: la politización de personajes como Flecha Verde y Linterna Verde, que empiezan a cuestionar el american way of life, el racismo, el capitalismo, la política exterior de Estados Unidos hacia países del Tercer Mundo; mientras Batman y Superman continúan moviéndose en una esfera más políticamente correcta, sin entrometerse en asuntos abiertamente políticos.
Hay que considerar que antes de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) era una verdadera hazaña coleccionar los cómics estadunidenses. "Había una mezcolanza tremenda de todas las historias de la DC que medio te llegaban o no te llegaban. Sólo conseguías los cómics importados en Sanborns y costaban hasta cuatro veces más que los nacionales. Lo más cercano que teníamos a una convención del cómic como las que hoy existen, era la feria del libro infantil en la que de repente llegabas a encontrar compilaciones o alguno que otro cómic español perdido, alguna edición especial, pero no existía una tienda para coleccionistas".
De esas historietas de la DC que publicaba Editorial Novaro, José conserva unos 70 ejemplares
-"de chile, carne y mole"- que sobrevivieron a los embates de los primos menores que los recortaban o de una mamá que los deshojaba para envolver el mandado. Su colección cuenta también con ejemplares españoles y franceses.
Otra situación que hacía más arduo el seguimiento a las proezas de los superhéroes, era que en lugar de jubilarlos o eliminarlos, como había sucedido con el primer Flash o Linterna Verde, se inventaron distintas "Tierras" a las que eran enviados los personajes que dejaban de funcionar. Durante un tiempo el recurso funcionó como relojito, hasta que a alguien se le ocurrió que los superhéroes viajaran en el tiempo para visitar otras Tierras, lo que propició una serie de cruces de líneas narrativas hasta hoy, y cada vez se vuelven más confusas con situaciones que al rayar en el absurdo alejan a los seguidores.
Lo que en realidad sucedía en la compañía era el frecuente cambio de artistas y de escritores, que no daban continuidadnarrativa a las líneas establecidas anteriormente. En 1985, ocurre en DC Comics el fenómeno conocido como "Crisis en las Tierras Infinitas", y los editores deciden juntar todas las Tierras que se habían creado hasta entonces y recomenzar las líneas narrativas de los personajes a partir de ese momento.
Esta especie de refundación coincide con la firma del TLC, Editorial Vid compra los derechos para México y saca los nuevos comienzos de Superman. Traductores como Remy Bastién y J.G. Holguín, muy jóvenes en esa época, empiezan a escribir artículos sobre lo que está pasando con los superhéroes en Estados Unidos y con un nuevo género que llegará a revitalizar la industria del cómic: la novela gráfica, con Frank Miller a la cabeza y cuya obra más afamada es Batman: The Dark Knight Returns, en la que presenta a un Batman envejecido y retirado
-que acaba enfrentándose con Superman- como parte de su visión de un futuro ultraviolento.
"No es gratuito -reflexiona Hernández-Riwes Cruz- que Batman haya pegado en los ochenta, junto con la moda darkie, que hizo sonar a The Cure por todos lados, ante el desencanto provocado por la era reaganeana".
En 1992 se instala, en las cercanías del Metro Zapata del DF, Comicastle, la primera tienda para coleccionistas. José descubre que sus gustos son valorados y que ya no está solo en sus excursiones en busca de ejemplares específicos. Los cómics viejos adquieren mucho valor y crece la percepción de que hay que invertir en ellos porque "son la onda". Se origina así una explotación salvaje del cómic: todo mundo empieza a comprar ejemplares para guardarlos y,
eventualmente, venderlos.
-"Cómo ven los chavos hoy al cómic?- se le pregunta.
-Lo que está moviéndose es el cómic viejo entre los conocedores y la gente que disfruta y goza de la historieta. Los nuevos creadores están publicando vía internet y Hollywood está metidísimo con las adaptaciones de los cómics al cine, que generan una mega lana y un nuevo interés por parte de los niños en la historieta contemporánea: ellos pueden ver qué ha pasado con esos personajes de antaño y cómo se han desarrollado, porque después de la Crisis en las Tierras Infinitas, DC Comics tuvo que rehacer sus personajes, que se le habían vuelto súper oscuros.
En la actualidad -prosigue-, la mayoría de los fans de los cómics tienen blogs en los que también hablan de películas, series de televisión, figuras de acción, tarjetas... porque la historieta ahora es parte del universo de todas esas cosas que integran la cultura pop. El entramado es mucho más complejo".
Superman
Cuando su familia se mudó de Toronto, en Canadá, a Cleveland, en Estados Unidos, Joe
Shuster conoció al futuro escritor Jerry Siegel. Siendo todavía un par de adolescentes,
la mancuerna comenzó a publicar en revistas de ciencia ficción para fans.
Según se cuenta, en uno de esos números revisaron la novela Gladiador, de Philip
Wylie's, que tomaron como base de su gran creación: Superman. Concebido en 1933
como originario del planeta Krypton y vestido con traje elástico azul, capa, botas rojas
y una S estilizada sobre su pecho, llegaría a ser un ícono de la cultura estadunidense al
aparecer en series de radio y televisión, películas y, recientemente, en videojuegos.
En 1938 Detective Comics les compró la primera historia de Superman por 130
dólares. El superhéroe hizo su primera aparición en la edición de lujo de Action Comics
de junio de ese año y tuvo un éxito inmediato. Rápidamente se convirtió en el rey de
los cómics, trono contrastante con la identidad del tímido reportero Clark Kent, quien
usa sus superpoderes en beneficio de la humanidad.
El trazo artístico de Shuster nunca fue pretencioso ni muy elaborado, pero sí sentó
las bases para un trabajo narrativo ligado al estilo de los caricaturitas editoriales.
A pesar de que Siegel y Shuster obtuvieron una cantidad de dinero considerable
de Superman -The Saturday Evening Post estimó sus ingresos para el año de 1940
en 75 mil dólares- no eran propietarios ni tuvieron los derechos económicos sobre su
personaje. No obstante que Shuster dibujó a Superman hasta 1947, al final se quedó
prácticamente sin nada y abandonó por completo la industria del cómic; Siegel, por
su parte, mantuvo su nombre en el ojo público mediante batallas legales sobre los
derechos patrimoniales de Superman.
Batman
Con el propósito de aprovechar la popularidad de Superman, Bob Kane y Bill Finger -aunque sólo se le reconoce la autoría al primero- desarrollaron en 1939 a la criatura que rápidamente se volvió la quintaesencia de la noche en su propia historieta: The Batman. Cuando Kane creó las caracterizaciones y dibujó los bocetos originales, su concepto tomaba mucho de Superman, así que Finger sugirió la capucha con orejas. La tira de Batman se inició en Detective Comics No. 27 (mayo de 1939); luego se extendió a otros títulos y se convirtió en un cómic. Desde entonces la identidad secreta del hombre murciélago fue Bruce Wayne (Bruno Díaz en español). Ante el súbito éxito, Kane comenzó a contratar asistentes; el primero y el mejor de ellos fue Jerry Robinson. Con los años y enfocado en otras actividades, Kane se ocupó cada vez menos del trabajo artístico, sin embargo su crédito permaneció en cada historia hasta 1964, aunque él afirma haber trabajado de manera activa en el cómic hasta 1969.
Batman, un vengador de la noche, acosaba a los criminales aprovechando sus temores, supersticiones e inseguridades. Desde el punto de vista artístico, los ambientes eran inexistentes, los personajes estereotipados y con una anatomía inmóvil. No obstante, el trabajo de Kane era efectivo de manera aterradora: utilizó las sombras para hacer que las
escenas resultaran misteriosamente quietas, incluso si ocultaban propósitos malignos. A diferencia de otros superhéroes, Batman no posee superpoderes sino que usa el intelecto
junto a avances científicos y tecnológicos para crear armas y herramientas que le permitan atrapar a los malosos. Jerry Robinson asumió por completo la tarea de The Batman en 1941. Pero a pesar de que durante esa década fue el artista principal del cómic, nunca recibió el
crédito que le correspondía; el crédito de Kane era el único que aparecía. Además del mejoramiento anatómico y la frescura que Robinson aportó al cómic, su participación fue crucial para la creación de dos de los personajes de soporte más importantes: Robin, El Chico Maravilla, y El Guasón (The Joker). Este último fue quizá la creación más importante de Robinson: sardónico, absolutamente loco, con cabellera verde, labios color rubí y cara blanca. El Guasón fue el archivillano de los cómics y eventualmente obtuvo su propio libreto en 1974.
La Mujer Maravilla
La Mujer Maravilla (Wonder Woman) es de las pocas superheroínas de DC Comics. Su primera
aparición fue en la revista All-Star Comics No. 8, publicada en diciembre de 1941. Al mes siguiente empezó a aparecer en Sensation, donde adoptó su identidad civil como Diana Prince. La serie dedicada exclusivamente a La Mujer Maravilla se inició en el verano de 1942. El personaje fue creado por William Moulton Marston, bajo el seudónimo de Charles Moulton, y en un principio fue ilustrado por H.G. Peter. Moulton no era escritor de cómics sino un reconocido psicólogo que había inventado el polígrafo y que creó a La Mujer Maravilla para expresar sus teorías sobre la relación entre hombres y mujeres. Desde el principio este personaje femenino fue sometido a un riguroso escrutinio y, al paso de los años, fue adoptado por el movimiento de liberación de la mujer, como una manifestación temprana de su filosofía. La versión más ampliamente aceptada sobre su origen señala que fue modelada por su madre, la reina Hipólita, en una figurilla de arcilla que cobró vida como repuesta a las súplicas a la diosa Afrodita. Así, la princesa Diana creció siendo la amazona más bella de la isla Paraíso, santuario en el que no era permitida la presencia de ningún hombre.
La Mujer Maravilla llegó a Estados Unidos para ayudar a los mortales en su lucha contra el nazismo, durante la Segunda Guerra Mundial. Ataviada con su característico traje rojo, blanco, azul y amarillo, adornado con barras y estrellas, es prácticamente omnipotente y sería imposible citar aquí las múltiples interpretaciones psicológicas que los académicos han extraído de esta figura. Después de que su creador murió, en 1947, el cómic dio un giro hacia las aventuras y le dio un mayor énfasis a los gadgets -lazo mágico que obliga a decir la verdad, hace perder la memoria y es indestructible; cinturón dorado; brazaletes reflectantes a prueba de todo, avión robot invisible- que aumentan sus superpoderes: la capacidad de volar, una fuerza similar a la de Superman, la inmortalidad y una belleza extraordinaria. Sus únicas debilidades son que pierde sus poderes cuando es atada con su propio lazo mágico y si un hombre une sus brazaletes queda inmovilizada por ellos como si fueran esposas. El cómic La Mujer Maravilla ha estado a cargo de George Pérez, Phil Jimenez y Greg Rucka. En su etapa más reciente lleva a Allan Heinberg como escritor y a Terry Dodson como artista.
Todo este texto de introducción es un mero pretexto para recomendarles el libro "75 Years of DC Comics: The Art of Modern Mythmaking" del cual podrán ver más detalles AQUÍ.
Ya está disponible en Gandhi (está enorme). Les dejo un video sobre el libro para que lo chequen.
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